Relatos de Zombies - I

Entre a la puerta del edificio y cerre la puerta, si es que de algo me servía pensé en mis adentros; subí las escaleras lo más rápido que pude; no quize usar el elevador debido a que no quería encontrarme con esas cosas encerrado en un lugar tan estrecho. el edificio parecia desierto; subi y subi cada uno de los 10 pisos de departamentos hasta llegar a la azotea. 

Esuche al estar por el quinto piso que habían entrado, subían las escaleras y se guíaban por el ruido que hacía. 

Llegue a la azotea y encontre algunas cosas con las cuales pude atrancar la puerta; unos minutos de más para vivir, en estos momentos, no son nada despreciables, al menos eso pensé.

Minutos después comenazon a golpear la puerta, se escuchaban varios puños intentando romper mi barricada un poco improvisada.

A mi alrededor no había más que un pequeño cuarto de servicio de dónde había sacado cuanta mugre pude encontrar para atrincherar la puerta. Fuera de eso había algunos tendederos en la azotea y varias antenas de televisión de paga. No había escape, brincará hacia dónde brincara mi vida parecía no tener salvación. 

Unos minutos más tarde se escucharon balazos dentro del edificio, dejaron de golpear la puerta, la sangre se colaba por la puerta y los gritos comenzaron a hacer eco; después de varios gritos y el cese de los balazos se escucho un golpe seco, algo había caído desde las escaleras.

No pude con el estrés y con el silencio.

Desarmé lo que quedaba de mi barricada y abri la puerta. Sangre por todos lados, cuerpos inhertes de los caminantes se encontraban tirados con hoyos por varias partes y sus sesos regados por doquier. El barandal se veía golpeado, había una 9mm tirada. La levanté del suelo y laa revisé, ya no tenía balas. Me asomé por el barandal, un cuerpo totalemnte reventado se encontraba al fondo. 

Seguramente la 9mm vacía era la causa de aquél cuerpo inherte. 

Bajé con cautela las escaleras hasta el cuerpo, había un cargador en su mano y después de buscar en su chaqueta encontré otros dos cargadores. 

Cargué el arma, salí de los apartamentos. Realmente ya no tenía nada que temer, podía volarme los sesos antes de convertirme en uno de ellos.