El sol de entre las cinco y las seis
Nunca antes me habia pasado. Me enamoré a primera vista.
Eran las cinco de la tarde, la tarde era soleada y con mucho aire, de ese aire frío que acompaña a todas las tardes de otoño en la ciudad. El sol molestaba a través de los vidrios semi-polarizados del camión, digo semi porque la mitad del plástico estaba roto, y digo molestaba porque si no te quedabas dormido, como la mayoría de la gente en el camión, te irritaba bastante.
En eso, se detiene el camión y sube una joven. Tes blanca, un pequeño lunar por encima de los labios, nariz redondeada pero pequeña, largas pestañas, finos labios, cabello recogido en una cola de caballo; cuello delgado, cuerpo delgado pero delineado, con esa singular curva que se genera en la espalda baja y que puede atraer miradas al instante. Cabello negro, ojos color café que con los rayos del sol oscilaban a cambiar hacia una tonalidad mas clara.
Estaba vestida con tenis, pantalon de mezclilla a la cadera y una playera gris.
Juro que en el momento en que la vi, ella lo notó; el brincar nervioso de lo que hay dentro de mi pecho. Se sentó delante mio después de pagar su pasaje y miraba discretamente hacia atrás en los vaivenes del camión. Yo, no podía dejar de verla, ya sea su espalda o su rostro a través del espejo del chofer, ella lo sabia, lo disfrutaba.
Dos veces me sonrió y dos veces le sonreí, dos veces antes de quedarse dormida.
¿Edad? Rondaba al rededor de los 25 años.
Llegaba la hora de parar en mi destino y me dirigí a la puerta con la esperanza de que despertara y me volteara a ver, la curiosidad me ganó y yo la vi primero. El camión se fue y a sus espaldas quedó ese sol de otoño, molesto que no quita el frío de la brisa; el sol de entre las cinco y las seis.
Debemos arriesgarnos un poquito ...es un hecho que el NO ya lo tenemos ganado :p. Un abrazo y bonita semana.
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